¿NO ES ÉSTE?

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Jesús es el de siempre y el que nunca han conocido. Seguía (y sigue) siendo el “hijo de” y “el hermano de” pero de una forma distinta.

Solo lo podían ver aquellos que tenían (y tienen) la capacidad de ver más allá de las evidencias groseras y simplistas.

Ser profeta en lo cotidiano es tarea ardua. Porque todo el mundo espera lo extraordinario a cada segundo, en cada instante. Porque muchas personas se creen con el derecho de exigir lo divino excluyendo lo humano.

Porque el espectáculo pesa más que la inacción fértil que cambia el mundo (el pequeñito) sin que casi nadie lo perciba.

Porque el hijo del carpintero sigue teniendo virutas en la carne de hijo de Dios y por eso el Padre y el Espíritu entienden de construcciones y madera.

Porque sí, éste, que es hijo de María y que sus hermanos andan por el pueblo, es el mismo Dios hecho humano que salva desde la normalidad del día a día.