A Jesús lo ponen a prueba una vez más y de manera hipócrita. No le hacen la pregunta para ver lo qué piensa sino para atraparlo en sus palabras.
Hoy también hacemos y nos hacen este tipo de preguntas que no buscan la verdad sino el poner a prueba para acusar. Hoy también queremos acercar el ascua a nuestra sardina y hacerle decir a Dios cosas imposibles para Él.
Lo que está claro, aunque muchos no lo quieran creer, es que Dios está en las antípodas del poder. Es decir, que Dios no es el César y el César no es Dios.
Y no solo en el sentido literal: ningún partido político o forma de gobierno recibe su autoridad de Dios ni lo representa. Sino también que ninguna forma de poder abusivo o excesivo se puede justificar desde Dios, por mucho se bendiga o se sacralice.
Lo único que está claro en el Evangelio es que el poder que viene del Espíritu es servicio, lavatorio y samaritano. Lo difícil es que nos lo creamos o que lo pongamos en práctica.