Cielo

Hoy celebramos la Ascensión, el momento de volver al Padre que Jesús vive como promesa de prepararnos un sitio allí y también de envío del Espíritu. Ese Espíritu que hace de ese allí antes lejano e infranqueable algo que comenzamos a pregustar aquí.
Jesús el que nos prepara el sitio común, el que se adelanta, el pionero; pero no para dejarnos abandonados sino para abrirnos paso, para acogernos cuando lleguemos plenamente, cuando gustemos del Reino en toda su amplitud y gratuidad.
Eso que llamamos cielo y que también es tierra, que es espíritu pero también es carne… Un cielo no sé si sólo de ascender sino también de descender como él lo hizo para gritar a los cuatro vientos la buena noticia en los infiernos.
Un cielo que se ha de parecer mucho, creo yo, al día de nuestra primera comunión. Hoy la hace mi sobrina Lucia y lo que va a vivir debe ser una de las experiencias más parecidas a ese cielo. Un creer sencillo y feliz, sin complicaciones. Una ilusión en contra de los fríos cálculos del te doy para que me des. Un disfrutar nuevo, de estreno, de una carne y de una sangre que es Dios y que sabe a gloria recién hecha. Un confiar dejándose arrastrar por Quien nos ama, con los ojos cerrados, sin miedo.
Quizás eso sea el cielo…