Dad al Cesar…

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El problema de hoy, sin entrar en demasiadas disquisiciones exegéticas, es que el César nadie sabe quién es. Son esos mercados invisibles que gobiernan a la gobernanza extenuada y sin ideas, que boquea temerosa e impotente.

Y las personas siguen desesperanzadas ante ese César y adláteres, sufriendo recortes los de siempre y los de casi siempre enriqueciéndose. Hoy Jesús no podría pedir la moneda acuñada porque no es posible la marca en el fundido del metal porque no existe metal. Sólo existen transacciones electrónicas que no dejan rastro, pero que negocian con las vidas de muchos seres humanos.

La semana que entra es la de la lucha contra la pobreza en el mundo y parece que entre los dedos se nos escapa ese César invisible, medio anguila medio pesadilla. Y nos va esclerotizando el alma robándonos lo más sagrado: la capacidad de creer que otro mundo es posible (la capacidad de creer en el Reino).

Por lo tanto: no demos al César, a ese César, lo que es de él. Porque no le pertenece, simplemente lo roba con corbata y Armani.

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