HABLANDO EN DIALECTO

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(Dolores Aleixandre, VR). Cuando acepté la propuesta de escribir en Vida Religiosa, me olvidé de preguntar a su director las edades aproximadas de los otros colaboradores de la revista. Sean las que sean, al ponerme a pensar en posibles destinatarios, lo que me sale espontáneamente es dirigirme a esa “quincena prodigiosa” que estamos entre los 65 y los 80 (yo ya estoy rozando el límite). Somos la generación que vivimos el antes y el después del Concilio y constituimos hoy un colectivo rico y numeroso de hombres y mujeres zarandeados por el huracán posconciliar cuando éramos jóvenes, vapuleados otra vez de mayores por la incertidumbre del futuro. No me siento llamada a otear ese futuro: prefiero dedicarme a conversar con las ovejas perdidas del Israel de mi generación, hablando nuestro lenguaje y tratando de adecuarlo al hoy: dejo para otros/as el dialogar con los gentiles que aún no han cumplido los 60, y están ya un poco hasta la coronilla de escucharnos siempre a los mayores haciéndoles las mismas recomendaciones.

Adelanto aquí mi plan para que podáis enriquecerlo y ampliarlo: hacer memoria de unas cuantas palabras o expresiones del “dialecto” que se hablaba en la “tribu” que nos recibió (se parecían bastante unas a otras…) y que tuvimos que aprender, con mayor o menor dificultad, en el tiempo de formación. Pero justo cuando ya lo teníamos medio dominado, llegaron los cambios del Concilio, aparecieron nuevas palabras desconocidas y el lenguaje que dominábamos empezó a caer en desuso, con la misma velocidad con que pasábamos de la máquina de escribir al ordenador, o del tren de carbonilla a la alta velocidad.

Puede venirnos bien recorrer algunas de aquellas viejas palabras, ver qué vigencia les queda, rescatar lo salvable, reconducirlas al hoy o dar a la tecla “eliminar” a las ya obsoletas.

Estas van a ser algunas: tendencia a la perfección, perseverancia, edificante, observancia, recreación, recogimiento… Las dejo abiertas a sugerencias y propuestas.