LA INDECIBLE ANGUSTIA DE LOS MIEDOS

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(Ignacio Madera, Bogotá, Colombia). En el sucederse de la historia, los seres humanos han realizado acciones maravillosas y sorprendentes que nos llevan a experimentar lo sublime de confesar lo revelado en las tradiciones del Antiguo y Nuevo Testamentos. Nos encanta constatar el decir del Salmista “lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y honor” (Salmo 8). Pero igualmente, estos hombres y mujeres creados creadores,  a lo largo de esta misma historia, han sido duros y crueles, capaces de acciones destructoras y  letales que pueden poner en riesgo el futuro mismo de la humanidad y la creación.

Los hechos de violencia, de terrorismo y criminalidad de todo tipo, nos erizan y sumergen en los miedos más atroces ¿Qué más puede suceder? ¿Cómo vivir en la zozobra? ¿Hacia dónde vamos con todo lo que está pasando en las sociedades contemporáneas? ¿Cuál es el real poder de los sistemas económicos, políticos, ideológicos y religiosos, de darnos seguridad? El miedo nos sumerge en la incertidumbre y el escepticismo. ¿Estamos a merced de poderes innombrables ante los cuales parecemos no tener controles evidentes? Y una angustia ante la posibilidad de ser potenciales víctimas de la violencia mortífera nos aqueja hasta los límites de lo indecible, porque pensamos que es mejor silenciarnos que gritar y protestar. Los riesgos pueden ser mayores.

Ante las acciones de los seres humanos con su premeditada capacidad asesina, nos sentimos impotentes como los discípulos de Jesús zarandeados por la tormenta que acosaba la barca (Mc 4,35-41).  Es posible que en esta hora de incertezas tengamos necesidad de llamar nuevamente al Señor para decirle “¡sálvanos!”.  E igualmente recordarnos la respuesta “¿Por qué están asustados?” “¿No tienen fe?”. La fe es una manera de situarse ante los miedos y la vida religiosa, partícipe también de los temores de todos,  en esta hora de la historia, es igualmente portadora de una palabra de fortaleza y esperanza. Él está con nosotros. Aún si llegamos a ser víctimas del terror que nos acecha.