Tomás comunidad

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«Señor mío y Dios mío» es la confesión de fe de Tomás en la resurrección. Después de la negación, como la de Pedro, Tomás se estremece ante las llagas de la pasión y descubre dos realidades íntimamente unidas: al Resucitado en medio de la comunidad. 

Tomás no sólo negaba la posibilidad de la resurrección sino que negaba la palabra de la comunidad. No da cree a los suyos que ya habían experimentado la presencia de la Paz en medio de ellos. 

Tomás comete el pecado de creer que la comunidad sin él no existe, que la resurrección ha de ser probada por sus dedos incrédulos para penetrar en la carne del Resucitado, en el centro mismo de lo que da corporalidad al ser común de los hermanos y hermanas. 

Por eso, cuando Tomás se convierte, tembloroso ante las llagas, cuando Jesús toma sus dedos y su mano, no los introduce solo en las marcas del suplicio, sino también en las heridas de la comunidad que la convierten en algo frágil pero también hermoso. 

Por eso, el «Señor mío y Dios mío» se pronuncia de manera coral y da forma resucitada a la comunidad. Tomás no es la comunidad, pero sin Tomás la comunidad está rota, partida. Por ello, esta confesión de fe es confesión comunitaria que restituye lo que estaba disperso como los de emaús, como la Magdalena, como Pedro… Por eso la resurrección es descubrir la Resucitado en medio de la comunidad. 

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