Tentados

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Se comienza la cuaresma con la lectura de las tentaciones de Jesús. Es un texto lleno de simbología que muchas veces nos empeñamos en desentrañar hasta la extenuación.

Pero, quizás, lo más hermoso es su contenido final: el mismo Jesús también fue tentado a lo largo de su existencia.

La encarnación es la que condiciona esta realidad. Y es hermosa porque asegura que en el Hijo Dios también es tentado por el poder, la inmediatez o la salida fácil.

La vida de Jesús y la nuestra está plagada de tomas de decisiones, de múltiples caminos por los que transitar. Es lo que más nos acerca a Dios: esta libertad amorosa.

No sólo la fácil libertad de hacer lo que me parezca o apetezca, sino la responsabilidad de elegir el camino de la donación, del servicio, del olvido de uno mismo para enriquecernos perdiendo.

Una pérdida colmada y amorosa. Una referencia difícil pero que llena la existencia.

Jesús, en relato, supera las tentaciones. Nosotros solemos caer en alguna. Pero este también es el camino: ensayar una y otra vez la posibilidad del amor, el restañar las heridas propias y ajenas, la medida rebosante de lo que somos porque se nos ha regalado. Una y otra vez. Sin perder la esperanza en el amor regalado y entregado.

Feliz camino hacia la Pascua.

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