¿POR MUCHOS, POR TODOS? LO MISMO DA, PORQUE ES LO MISMO

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gelabertLos nuevos Misales promulgados por la Conferencia Episcopal española, contienen algunas novedades, algunos cambios en relación al Misal que veníamos utilizando desde hace casi 50 años. El más llamativo, el que ha suscitado mayor polémica, es el que se ha producido en las palabras sobre el cáliz en las plegarias eucarísticas. Se ha sustituido el adjetivo “todos” (sangre derramada por todos los hombres) por “muchos” (sangre derramada por muchos). Mientras unos se han alegrado, otros han considerado que este cambio hacía un flaco favor a la liturgia. De hecho, los traducciones que se venían utilizando en los países latinoamericanos ya habían introducido esta modificación que ahora se introduce en España a partir del primer domingo de cuaresma.

Aunque algunos puedan considerar que es un cambio de gran calado, a mi entender tiene una importancia menor. Y, si se le da importancia, es más por razones ideológicas que por motivos teológicos o lingüísticos. Porque las traducciones: sangre derramada “por todos”, o derramada “por muchos”, teológicamente significan lo mismo. La primera incide claramente en el sentido del texto original; la segunda reproduce más literalmente el texto griego transmitido, aunque detrás está el arameo que Jesús hablaba.

Los literalismos son buenos siempre que se entiendan bien. Si alguien quisiera aferrarse a la palabra de Jesús sobre el perdón “hasta setenta veces siete”, para concluir que el perdón tiene un límite, no entendería la intención de Jesús. Porque los literalismos tienen sentido en su contexto original. Dicen lo que dicen, pero lo importante es lo que quieren decir. Para entender la palabra de Dios (dice el Vaticano II) hay que tener en cuenta “lo que se dice” con las palabras empleadas y “lo que se quiere decir”.

Eso está tan claro que no vale la pena insistir. Es algo así como decir: hay mucha gente en la plaza del pueblo, porque en esta ocasión han venido todos. ¿Qué diferencia hay aquí entre mucha gente y toda la gente? El problema en esta cuestión no es ni el texto ni la traducción, sino la ideología con la que algunos batallan por una u otra traducción, sobre todo la de los que batallan por el “muchos”, dando a entender que ahí no están todos. Fíjense si estarán todos que la última palabra de Jesús en la cruz es pedir al Padre que perdone a los que le matan, a sus enemigos. Y da una buena razón al Padre para este perdón: no saben lo que hacen. Como no saben, no están en condiciones de enterarse del perdón y, en consecuencia, de acogerlo; pero el que no se enteren no anula la grandeza del perdón.

¿Muchos o todos? Yo, a partir del primer domingo de cuaresma, diré lo que indican los nuevos textos litúrgicos. Los nuevos textos han venido acompañados de una recomendación, a saber, que se explique a los fieles que el cambio no es tal cambio. Mi explicación será muy breve: Muchos o todos, lo mismo da, porque es lo mismo.