Aquilino Bocos y la reorganización de la vida consagrada
Aludir al cardenal Aquilino Bocos, inevitablemente, nos conduce a la vida consagrada de nuestro tiempo. Testigo cualificado del proceso de reorganización, no es extraño que, en ésta, su revista, dediquemos un número monográfico que recopile las aportaciones más directas y sensibles sobre una cuestión que es de máxima actualidad.
Es evidente que la vida consagrada tiene que reorganizarse. Necesita por propia identidad acercarse a la realidad contextual de cada etapa de la historia. Para ésta, ha de buscar aquellas palabras y estilos; aquellas estructuras y propuestas que signifique radicalidad y anuncien Reino.
En las propuestas de Aquilino Bocos, aparecen dos constantes que convierten los procesos de reorganización en indicadores de vida: el Espíritu y la persona. Sin ellos, la reorganización se reduce a una «ingeniería organizativa» caduca.
La extensa experiencia en la reflexión y el servicio de animación y gobierno del P. Aquilino, ha mantenido viva la convicción de que la búsqueda ha de situarnos al lado del querer del Espíritu. Es la búsqueda que lleva acompañando a la vida consagrada desde sus orígenes y la cualifica como «relato del Espíritu» y es la garantía para asumir la transformación y las tensiones que conlleva como experiencia de fecundidad. Porque esa es la clave de lectura de toda la obra de Aquilino Bocos, la conciencia de fecundidad siempre nueva y desconcertante de la vida consagrada. No huye de la realidad ni de sus manifestaciones más dolorosas: encrucijadas, fragmentación de las personas e instituciones, decrecimiento y envejecimiento agudizado en algunas latitudes. Todo eso es verdad, pero para el P. Aquilino, la necesidad es una mirada amplia y con visión para descubrir que en medio de esas vicisitudes y dándoles sentido, aparece una vida consagrada que es y sigue siendo fecunda.
El análisis de la vida consagrada necesita visiones comprensivas y holísticas. Nuestro autor es expresión de ello. Desde esa capacidad para ir integrando multitud de aspectos aparentemente inconexos, es desde donde adquiere viabilidad un proceso de reorganización que, efectivamente, sea fecundo para nuestro tiempo, nuestro mundo y nuestra Iglesia. Por eso la reorganización no centra sus esfuerzos en «aparentes principios impostados de choque» sino en la renovación de la tensión que devuelve a cada persona su vocación de Espíritu, su vuelta a las decisiones más limpias, pre-políticas y no gastadas. La renovación de la persona, desde una cuidada espiritualidad, una formación con rigor y una pedagogía de comunión, permite tomar decisiones arriesgadas, asumir el presente con esperanza y encaminar el itinerario de la consagración hacia una Alianza siempre nueva.
Si hay una nota que resulta especialmente significativa en la reflexión de Bocos es su confianza en la persona de nuestro tiempo. Consciente de estar sufriendo la fuerza del vaivén ideológico, mantiene nuestro autor, que cuando el consagrado y la consagrada se hacen conscientes de su pertenencia a una vocación con Espíritu, también las respuestas son del Espíritu, y las búsquedas que llevan a esas respuestas anuncio de posibilidad y esperanza.
Aquilino Bocos se inscribe en el grupo de las grandes figuras que han reflexionado y reflexionan sobre la vida consagrada con rigor, amor y oportunidad. Con sentido de contemporaneidad, sin huir de la dificultad y sin habitar en ella. Añade su experiencia de vida «a pie de calle». La suya no es una propuesta que nazca de la estricta reflexión de laboratorio. Nace del contacto directo con infinidad de consagrados y consagradas; de la experiencia de acompañamiento de su congregación desde el servicio de animación, liderazgo y formación. Nace de sus tiempos, casi infinitos, en los que sostiene y acrecienta la información convirtiéndola en formación y sopesada propuesta en la que el sueño de Dios, se hace camino en la vida de cada persona. Porque quien está cerca de la inspiración, consigue aterrizar, aquella, en los itinerarios más concretos y sencillos en la vida del hombre y la mujer de nuestra era.
Los itinerarios de reorganización del P. Bocos no son propuestas miméticas para todas las comunidades, pero sí son pistas de inspiración para todos los carismas. La realidad, que sostiene el Espíritu, nos inscribe a todos en un tiempo nuevo, en él hay que saber leer los signos, el itinerario, las posibilidades y los problemas… Aquilino Bocos, es un cartógrafo al que siempre podemos acudir. En él encontramos palabras e inspiración para proponer ordenadamente aquello que aparentemente solo nos anuncia caos. Consigue redescubrirnos el rostro de la vida consagrada, de nuestra congregación y comunidad, como lo que es, un «relato del Espíritu» próximo, actual y visible de la fecunda transformación que Dios está provocando, con nuestro carisma, hoy.