No lo recibieron

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En Samaría, de camino a Jerusalén, no reciben a Jesús en una aldea y Santiago y Juan tienen la presunción del castigo a esas familias que no acogen: «quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos»

La gran tentación de la punición para aquellos que rechazan a Jesús y a sus seguidores. La respuesta del Nazareno es tumbativa: «Él se volvió y les regañó». 

En estos tiempos que algunos califican de «persecución» no nos viene mal recordar estas palabras y actitud del Maestro. No deja de haber cristianos que recurren al miedo para combatir a otros temores de personas que no piensan ni viven como nosotros. Ese «no nos dejes caer en la tentación» del fuego que cae de lo alto está de plena actualidad. 

Y la única respuesta es la llamada al seguimiento de Jesús y su respuesta a los que lo quieren seguir, que tienen la radicalidad de recentrarnos en lo esencial. La exigencia que nos obliga a la esencia del Reino y que trastoca la realidad establecida para situarnos en lo diverso que cambia las relaciones y los puntos de interés. 

  • El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza
  • Deja que los muertos entierren a sus muertos
  • El que echa la mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el Reino de Dios

Desde aquí cambia todo porque son parámetros distintos que nos hace ver que nuestro seguimiento todavía es lejano:

  • Seguimos buscando la seguridad de lugares de comodidad (no de comunidad) que se acaban convirtiendo en fortalezas cerradas en las que no dejamos pasar a los que no son como nosotros 
  • Seguimos habitando en el reino de los muertos con añoranza de un pasado que no sabemos siquiera si algún día existió o es una construcción ideológica defensiva
  • Y, por último, seguimos mirando hacia atrás (o a nuestro ombligo autorreferencial) haciendo que los surcos vayan en otra dirección distinta a la del Reino y más coincidente con nuestros propios intereses de poder y de aparecer

Ojalá que sigamos más de cerca al Señor Jesús para evitar esa gran tentación de pedir castigos divinos que nada tienen que ver con Dios. 

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