No era él

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No era él, aunque bautizase lo hacía solo con agua, le faltaba esa fuerza de viento y de llama y de susurro.
No era él aunque llamase a la conversión, le faltaba ese anuncio de alegría, de hacer todas la cosas nuevas, de la pequeña colina en la que se pronunciaron esos «dichosos» que cambian la realidad de los poderosos.
No era él, aunque fuese la austeridad de la piel de camello y del alimento de saltamontes, le faltaba la generosidad de un banquete desbordado de misericordia con los que no podían esperar ya nada.
No era él, aunque viviese en el desierto esperando a que viniesen a su encuentro, le faltaba el salir a los cruces de camino, el buscar la oveja perdida saliendo de la seguridad del aprisco, el dejarse lavar por el pecado los pies y de lavar él los pies de la humanidad herida.
No era él como tampoco somos nosotros. Solo anuncios equívocos de una encarnación que entro de una vez para siempre en nuestra historia y a la que no somos dignos de desatarle las correas de las sandalias. Pero Él, que vino y viene, sigue empeñado en que le lavemos y nos dejemos lavar. Bendita llegada

1 COMENTARIO

  1. Preciosas palabras, una vez más!!!
    Que sepamos preparar un espacio es nuestro corazón para acoger a ese Niño-Dios que llega envuelto en humildad y ternura.
    Gracias Miguel.

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