Mi Reino no es de este mundo

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Pilato estaba inquieto. Él era el que representaba la omnipotentemente presencia del Emperador de Roma en esa pequeña zona de paso que era el Israel del siglo I.

No podía haber más de un poder (exceptuando a los reyezuelos marionetas al servicio del Imperio). Por eso Pilato se pone nervioso. Le habían dicho que ese Jesús se decía rey.

Y Jesús es cierto que habla de un Reino, lo proclama hasta la saciedad. Todo el mundo oyó hablar de ese Reino: el de los cielos, el de mi Padre, el de Dios. Pero nadie sabía muy bien qué era, ni sus discípulos (Que se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda)

Si nos preguntasen hoy a nosotros tampoco sabríamos definir muy claramente ese Reino. Y es un problema porque es el mensaje (en palabras y obras) de Jesús.

El Reino para Jesús es siempre un «cómo» una comparación. Y ese desarrollo no es una definición clara y concisa como hoy nos dicen que han de ser las definiciones. Es algo abierto, poliédrico, con muchas posibilidades de significado. Es inconcreto y por eso hermoso.

Es un granito de mostaza, es un oveja o una pequeña moneda perdida, es una poco de levadura, es un tesoro, una perla, es algo escrito en el suelo mientras se habla de muerte de una adúltera, es un nombre pronunciado con todo el amor del mundo en los labios, es dejarse cubrir de perfume carísimo, es dejarse lavar por las lágrimas y secar con los cabellos por una pecadora pública, es comer con quien no deberías, es decirle a Zaqueo que lo invite a su casa a ese lugar de perdición para los justos, es dejarse tocar por una mujer impura hasta la médula, es callarse cuando ya esta todo dicho, es pedir que el cáliz se aleje porque ya basta de abandono y de incomprensión y porque la vida es hermosa, es sentir el abandono del Padre, es decirle a Tomás que confíe en la comunidad, es preguntarle a Pedro por tres veces sobre el amor y el cuidado para restañar las negaciones antes del alba, es asar un pescado con los suyos cuando ya todo es plenitud y esperanza colmada…

Es todo eso y más. No es de este mundo no porque esté fuera de la realidad sino porque no pertenece al tipo de poder que estamos acostumbrados a desear y a ver: «Los jefes de este mundo os tiranizan y explotan».

Es el Reino.

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