Hoy es Pentecostés, hoy se abren los cielos, como en las dos otras Pascuas. En la de Navidad se abren para destilar al justo, para hacer brotar en la tierra la salvación, para hacer nacer en la carne lo divino y unirlo para siempre.
La segunda Pascua es la de resurrección y en ella los cielos se abren sorprendidos para volver a acoger en ellos a Aquel que es la Palabra y que vuelve al Padre ya no solo como Dios, sino como uno de nosotros, ya para siempre, eternamente.
Y en esta tercera Pascua los cielos se abren para no volver a cerrarse, para hacer que el Espíritu renueve la faz de la tierra todos los días, para regalarnos un corazón nuevo en el que se hace huésped. Para construir la comunidad cada día, desde el perdón, desde la fiesta. Espíritu que ya se queda con nosotros en este tiempo de Iglesia y que hace nuevas todas las cosas. Sueños de Dios de cielos abiertos aquí en la tierra y de tierra de hombres allá y aquí con Dios.
Ven Espíritu y renuévanos!