En las sociedades de la información: profecía y contestación de la vida consagrada

0
1325

Nos encontramos en un tiempo sorprendente: las nuevas tecnologías nos invitan a entrar en una –hasta ahora– inimaginable red de informaciones, imágenes, conexiones. Se nos ofrece, a golpe de click, un mundo complejo, de gracia y maldad, de alianzas para el bien y para el mal, de luces y tinieblas. Y ahí estamos nosotros, quienes pertenecemos a esta Iglesia y a esta sociedad, la vida consagrada que también se ve ahora en-red-ada y se pregunta por su vivencia de Alianza y su misión en este “nuevo mundo”.
Tomemos conciencia, en primer lugar, de la nueva realidad –en este momento, el 2012–; tratemos de comprenderla, en segundo lugar; pensemos finalmente qué tipo de profecía responde a nuestra peculiar forma de cooperar en la misión del Espíritu del Abbá y de Jesús.
Conciencia de la nueva realidad
¿Cómo denominar la sociedad en que nos encontramos? ¿Qué está ocurriendo en estos últimos años?
Los datos de estos últimos años
En los últimos veintitrés años, es decir desde el 1989 hasta hoy 2012, nuestras sociedades se han visto sorprendidas por innovaciones espectaculares en el ámbito tecnológico de la información, del conocimiento y de la comunicación. Nuestro planeta está dotado de una complejísima textura de comunicaciones.
Estamos en el mundo de las pantallas: a través de ellas nos interconectamos, transmitimos información, saberes. Las diversas pantallas tienden a la convergencia: con un solo dispositivo, fijo o móvil, podemos hablar, enviar y recibir fotos, música, videos y cualquier tipo de archivo1; con el boom de las redes sociales podemos hacerlo además con el grupo que elijamos en cada momento. El ordenador, la tableta y los móviles, especialmente el Smartphone (móviles inteligentes), no son ya sólo una máquina de escribir, una biblioteca de datos y textos, son también pantalla de cine, espacio para el juego y la competición, oferta de miles de canales radiofónicos y televisivos; son también la posibilidad de leer periódicos, revistas, libros, de enviar emails, mensajes, comprar y vender, hacer fotografías, filmar (con la video-cámara) y expedirlas a alguien, grabar la propia voz, hablar con otros con la imagen…
El jefe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), Hamadun Touré, comunicó el año pasado que, aproximadamente 2.080 millones de personas son usuarios de internet; de ellas, 1.190 millones pertenecen a los países en vías de desarrollo, y 885 millones a los países desarrollados. Al teléfono móvil están abonados 5.280 millones: más de la mitad de ellos (3.840) pertenece a los habitantes de países en vías de desarrollo 2.
Da la impresión de que el mundo está al alcance de la mano. El teléfono móvil nos acompaña: en un viaje, en cualquier momento del día o de la noche. Está siempre encendido llenando el espacio de tiempo. El teléfono móvil es testigo de nuestra metamorfosis antropológica; ya casi no recordamos el tiempo en que no se nos encontraba, en que no teníamos que ingeniárnoslas para volvernos invisibles. Hay personas que cuando olvidan el móvil ahora, se sienten perdidas.
Ahora el ser humano dispone de un potencial tecnológico enorme. Pero ¿ayuda a mejorar el nivel de la humanidad? ¿la gente necesita de un objeto tan complejo como el teléfono móvil? ¿a quién sirve más este progreso: a quién lo usa o a quién lo vende? ¿No resulta excesiva la información que se nos ofrece?3.
Internet, telefonía móvil se están convirtiendo en el tejido de nuestras vidas en este momento. No es futuro. Es presente. Toda la gente sabe lo que es internet. No hace falta explicarlo. Hoy no se entiende una empresa, una institución sin internet. Internet es el medio de comunicación y de relación esencial sobre el que se basa una nueva forma de sociedad que es la sociedad-red. El crecimiento del uso de internet es sorprendente, la marcha continúa y parece imparable. Las nuevas tecnologías se extienden por todo el mundo, pero con diferente incidencia4.
Interpretación de los datos
a) Interpretación sociológica y advertencias.
Nuestra sociedad es denominada “sociedad de la información, del conocimiento, de la comunicación, de los saberes compartidos”. Esa fue la calificación que recibió en la cumbre mundial sobre la sociedad de la información (CMSI) que tuvo lugar en Ginebra el año 2003. Allí se reflexionó sobre la construcción de la sociedad de la información. La mayoría de los asistentes se pronunció por un modelo de sociedad, centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en la que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento. Se defendió la igualdad de oportunidades de personas, comunidades y pueblos en la promoción de su desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida5.
El conocimiento, el saber, son fuente del poder. El aparato tecnológico actual permite avances espectaculares en el área del conocimiento a través de la conjunción y diálogo de muchas mentes y datos. Los países más poderosos tienden a concentrar en ellos sus nuevas tecnologías, sus pensadores e innovadores y a ocultar sus secretos tecnológicos, para así dominar a los demás a través de procesos globalizadores cuya gran finalidad es mantener su hegemonía e intereses.
La cumbre de Ginebra postulaba una democratización del conocimiento, de los saberes, de la información. Lo cual es, más que nunca necesario, para que la brecha entre países y pobres sea eliminada. También el magisterio social de la Iglesia y, en particular, la encíclica “Caritas in veritate” de nuestro Papa Benedicto XVI, nos recuerda esa exigencia ética6.
b) Interpretación “ético-filosófica”.
Este modelo de sociedad de la información y del conocimiento está modificando nuestra identidad y la comprensión que de ella tenemos. Nuestro cuerpo sigue evolucionando (evolución mutativa) y adquiriendo nuevas capacidades a través de sus extensiones instrumentales: “formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman” y se convierten en extensiones de nuestro cuerpo y personalidad (Marshall McLuhan) 7. No basta decir –como Ortega y Gasset– “yo soy yo y mi circunstancia”, sino precisar más diciendo “yo soy yo y mi entorno tecnológico y mediático”, “yo soy yo y esas prótesis tecnológicas que expanden mi persona y la enriquecen o la subyugan con una información extraordinaria e insospechada. Hay quien compara estos seres tecnológicos que se aplican a nuestro cuerpo y lo extienden, prótesis que llevan hasta límites insospechados nuestra identidad y acción.
Hay quienes piensan que aquello que cambia no es lo que hacemos, sino el modo de hacerlo: seguimos enviando cartas, pero ahora lo llamamos “emails”. Seguimos escribiendo, pero ahora lo hacemos no con la pluma, o la máquina de escribir, sino con el ordenador, el ipad, o el móvil. Seguimos hablando, pero no atados a un teléfono, sino caminando, en cualquier lugar y circunstancia. Otros piensan que el cambio de instrumentos da lugar a una transformación de la sociedad y de la cultura y hace que aparezca un nuevo paradigma que, como tal, nos hace cambiar la conducta, la actividad, las expectativas, incluso nuestra identidad. El instrumental tecnológico nos aporta la infraestructura para un nuevo tipo de sociedad: la sociedad-mundo.
La sociedad de la información y del conocimiento contribuye decisivamente a la expansión de la conciencia humana. Se amplía nuestro campo de visión mucho más allá del espacio que ocupamos, del tiempo en que existimos. Se dilata nuestra conciencia y reubicamos en el conjunto del universo nuestra identidad individual, comunitaria y de especie. En esta nueva visión se integran seres humanos, animales y medio ambiente, es decir, la ecología total de nuestro planeta.
Estamos llegando así a una peculiar conciencia de identidad. No nos conformamos con las identidades estrechas, desconectadas, excesivamente específicas. La conciencia de identidad se ha vuelto más flotante, menos delimitada, más relacional, mucho más compleja.
Esta nueva situación planetaria está requiriendo una re-organización del mundo o una gran mejora y re-organización que establezca una normativa que defienda la biosfera, que propicie una educación para la ciudadanía mundial, que elabore un sistema de gobierno (governance) incluyente y no discriminador, en contra del underground planetario con su criminalidad que tanto prolifera.
Nos encaminamos hacia una sociedad civil mundial. La globalización ha construido la infraestructura de una sociedad mundo que ella misma es incapaz de instaurar. Tenemos los fundamentos pero no el edificio. Tenemos el hardware, pero no el software.
c) Interpretación “filosófico ontológica”
El filósofo italiano Maurizio Ferraris se ha atrevido a proponernos una “ontología del móvil” 8. De una forma ingeniosa ha querido re-proponer la famosa obra de Martin Heidegger “Ser y tiempo” con un nuevo título y contenido: “Ser y cobertura”. El móvil no nos lleva a preguntar: “¿cuándo estás?, sino ¿dónde estás? El móvil sería una excelente parábola de lo que Heidegger llama el “Dasein”, el “ser-ahí”. Sin el móvil el mundo se retira de nosotros. Cuando nos acompaña en todos nuestros caminos podríamos decir: “¡de camino al habla!”. ¡Ese es precisamente uno de los títulos de la obra de Heidegger (1985)!
El móvil es ordinariamente “personal”, es “mi móvil”; lo cual lo diferencia del teléfono comunitario o público. El móvil tiene también “tonalidades emotivas” e íntimas, como el mismo “Dasein”. El móvil ha de estar siempre al alcance de la mano: es uno de esos “útiles intramundanos” imprescindibles. Se está convirtiendo en el útil de los útiles. En el móvil manifestamos que nuestra presencia está dispuesta para el encuentro; cosa que en el papel, en la cinta magnética, en el sms, en el email no ocurre: allí se trata de una presencia diferida. En ella la recepción no coincide con la transmisión.
Con el móvil parece que vamos -como diría Paul Valéry refiriéndose a la reproducción y transmisión musical- a la “conquista de la ubiquidad”. Dado que el móvil tiene la posibilidad de estar cargado de textos, imágenes, videos, sonidos, por eso, se convierte en “constructor de la realidad social”. A pesar de las apariencias el móvil es una máquina de escribir. El móvil se utiliza ya como mediación religiosa en el judaísmo, en el islam, en el catolicismo.
Un gran pensador, bastante desconocido, Gilbert Simondon (1924-1989), rescatado últimamente de las sombras, propuso revisar las concepciones modernas que distinguen radicalmente a animales y “objetos técnicos” de los humanos. Propuso la elaboración de una filosofía de la tecnología, como un auténtico pos-humanismo. Según él, las viejas demarcaciones que distinguen al hombre del animal y de la máquina han perdido vigencia. El objeto técnico se está volviendo cada vez más semejante al objeto natural: liberado del laboratorio se incorpora dinámicamente al ser humano en el entramado de sus funciones y sus correlaciones9.
Para Simondon todo ser (sea que pertenezca al reino de lo meramente físico, de lo vital, de lo psíquico, de lo social o de lo técnico) tiene un modo de existencia en continuidad con los demás.
La cultura actual supone que los objetos técnicos no contienen realidad humana; no así los objetos estéticos. A éstos se les da derecho de ciudadanía en el mundo de las significaciones; a los objetos técnicos se los sitúa en el mundo sin estructura y sin significaciones; solamente son válidos por su función útil.
De la desvalorización de los objetos técnicos se pasa a la supervaloración y la identificación con el objeto sagrado. Nace entonces el tecnicismo que es idolatría de la máquina como aquella que concede cada vez más poder. El deseo de poder consagra a la máquina como medio de supremacía. Ante la máquina el ser humano delega su humanidad: intenta construir la máquina que piensa (inteligencia artificial), la máquina que ama, la máquina de vivir, para quedarse detrás de ella sin angustia, libre de todo peligro, exento de todo sentimiento de debilidad, y triunfante de modo mediato por lo que ha inventado […].
“Lejos de ser el vigilante de una tropa de esclavos, el hombre –escribe Simondón– es el organizador permanente de una sociedad de objetos técnicos que tienen necesidad de él como los músicos tienen necesidad del director de orquesta”.
Nuestra cultura se equilibrará si redescubrimos la naturaleza de los objetos técnicos, sus relaciones con el ser humano y entre ellos. Hay diversos modos de relación entre el ser humano y el mundo: modos técnicos y modos no-técnicos. La tecnicidad es una forma de relación del ser humano con el mundo.
Esta toma de conciencia nos llevará a reconocer que necesitamos además del psicólogo y el sociólogo, del tecnólogo o mecanólogo. La iniciación a las técnicas se debe situar en el mismo plano que la educación científica; es tan desinteresada como la práctica de las artes, y domina tanto las aplicaciones prácticas como la física teórica; puede alcanzar el mismo grado de abstracción y de simbolización. Un niño debería saber qué es una autorregulación o una reacción positiva, al igual que conoce los teoremas matemáticos.
Necesitamos –y esto habría que añadirlo al pensamiento de Simondon– una profunda reflexión teológica sobre los objetos técnicos, en los cuales el ser humano se extiende, se refleja, se vuelve creador.
Nuestra percepción de Dios ha estado siempre mediatizada por la no-tecnología. Mientras el ser humano la necesitaba, Dios aparecía como tecno-fóbico. Sin embargo, imaginemos en un instante a un Dios Padre con un superordenador creando el mundo, con un supermóvil hablando con toda la gente y accesible a ella, con un gran televisor contemplando las maravillas de su creación y las grandes creaciones de sus hijas e hijos, o los dramas que viven. Imaginemos a un Dios que cada vez descubre nuevas posibilidades: “verte sin pausa creando, y siempre necesitando, del hombre más, cada día”.
Actuar: La Profecía posible
La peculiar profecía que dentro de este mundo puede aportar o en la que se puede incluir la vida consagrada, no es tanto de orden tecnológico innovador, cuanto de orden espiritual e incluso apocalíptico. La ambigüedad de la tecnología y del poder que comparta encuentra en nosotros un filtro espiritual y moral. Nuestra forma anti-idolátrica de vida (contra el exceso del poder, del dinero y del sexo), nuestra opción por el Reino de Dios y las bienaventuranzas de los más pobres y excluídos y la misión que desde esa opción nos sentimos llamados a realizar, son las claves de nuestra profecía. Podría explicitarse en cuatro dimensiones: la vigilancia, la visión, el mensaje y testimonio y el acompañamiento.
La vigilancia apocalíptica en la sociedad del conocimiento
La vida consagrada encuentra en la sociedad de la información y del conocimiento un nuevo “hábitat”. Y en ese “hábitat” quiere situarse en los espacios fronterizos, liminales. Para encontrarlos la vida consagrada necesita rastrear para encontrar aquellos ámbitos en los cuales cada uno de los carismas puede hacer oír su profecía y servir proféticamente.
Por eso, nos preocupa la brecha digital, que mantiene a millones de seres humanos en un auténtico analfabetismo tecnológico. Resulta inaceptable que en el año 2000 hubiera más de 113 millones de niños sin acceso a la enseñanza primaria y 880 millones de adultos analfabetos. En el 2005 el número de niños no escolarizados alcanzaba los 77 millones, según la Unesco; la organización humanitaria “Save the Children” dio a conocer el informe del 20 en el que indicaba que “aún 72 millones de niños en todo el mundo no van a la escuela”. En la actualidad, alrededor de 1.000 millones de personas en el mundo son analfabetas, es decir, carecen de los conocimientos necesarios para leer, escribir y desarrollar con eficacia sus actividades normales dentro de la sociedad.
Nos preocupan también los atentados contra la ciberdemocracia, los intentos de los poderosos de controlar internet totalmente y hacer de él un mercado, un negocio capitalista y neo-liberal.
La vida consagrada debe estar alerta para descubrir y acoger las innovaciones, los frutos de la creatividad humana. Sobre todo, le interesa, la socialización de los avances para que no queden únicamente en manos de los poderosos.
Estamos muy de acuerdo, por carisma y misión, con la sociedad de “los saberes compartidos”; lucharemos para que esos saberes lleguen a todos, especialmente a los hermanos y hermanas más pequeños de Jesús.
Queremos estar al tanto de lo que sucede, en vigilancia apocalíptica, para no caer nosotros mismos en la idolatría de los objetos técnicos, para no dedicarles -sin más- nuestra vida, para no ofrecerles lo mejor que llevamos en nosotros, que es la espiritualidad que requiere tiempo y cultivo.
Haremos también todo lo posible para no quedar atrapados por la fascinación idolátrica de lo tecnológico: no vaya a ocurrir que las pantallas se conviertan en “imprescindibles”, en objetos de adoración.
Visión: que transmite esperanza y orienta la misión
La vigilancia profético-apocalíptica nos prepara para recibir la gracia de las gracias. Es la gracia de la visión. Allí donde falta luz, ese mundo de las tinieblas del sinsentido, poder ver es el don más preciado. Pero, no a todos les es concedido el don de la visión.
Visión no es sólo la capacidad subjetiva de ver. Visión es también lo que se ve, lo que tiene sentido, lo que nos conecta con el Reino de Dios, con la nueva Jerusalén.
En tiempos del profeta Daniel, no le fue concedida la visión ni a Nabucodonosor, ni a los ancianos de Israel, pero sí al joven Daniel. En tiempos de Jesús, él mismo se presentaba como luz. Él ofrecía a todos la visión, el horizonte donde la realidad cobraba sentido. Y se pronunciaba contra los guías ciegos, aquellos que hacen caer a los pueblos y comunidades en el abismo. La vida religiosa necesita personas con visión, líderes con visión.
Misión sin visión es mero activismo, es caminar desencaminados.
Hoy san Benito nos diría que frecuentemente Dios se revela o concede el don de la visión a los más jóvenes. Yo añadiría, que no sólo a los más jóvenes dentro del monasterio, no solo a los más jóvenes en la Iglesia, también a los más jóvenes en todo el planeta, a las nuevas generaciones.
Hemos de estar muy atentos a la nueva visión “antropológica” y “filosófica” emergente y descubrir cómo el Espíritu nos habla a través de ella. Necesitamos ver “desde la perspectiva teológica” e histórico-salvífica lo que está aconteciendo: no sólo una teología de la creación divina, sino también de la creación divina a través de la creación e innovación humana.
Mensaje y Testimonio: desde un nuevo lenguaje
Nunca hemos tenido tantas posibilidades y recursos para transmitir el Evangelio, pasa socializar nuestra Revelación, para hacer llegar a muchos el testimonio cristiano.
Se hace necesario unir transmisión y belleza. La experiencia de la belleza está en constante adaptación y transformación, según los tiempos. Por eso, necesitamos artistas que presenten adecuadamente el mensaje y lo transmitan.
Ya no dan atractivo al mensaje las “marcas” carismáticas. La calidad les viene de la “historia que cuenta”, del “storytelling”.
Es la hora de la “imaginación de la fe”, es la hora de “la imaginación del testimonio”. Los medios tecnológicos pueden hacernos llegar el testimonio en primer plano, en un contexto adecuado para escucharlo, como historias pequeñas de Dios en nuestro espacio y en nuestro tiempo.
La belleza salvará nuestra presencia en internet, en la sociedad de la información y el conocimiento. Pero también la bondad y la verdad que nuestro mensaje contiene.
Tenemos la oportunidad de sembrar el espacio informático y del conocimiento de experiencias, intuiciones, semillas del Verbo.
Acompañamiento: el proceso con la formación continuada
Sin formación continuada hay peligro de deformación. En el camino de la historia, no avanzar es retroceder.
No nos hace avanzar el consumismo, el afán desmedido de consumir información. Cuando la información no es digerida, colabora a la deformación. El consumismo de información es un vicio capital contra la pobreza de espíritu que también profesamos.
La vida consagrada ha de ser “mecenas” hoy de aquellas personas creadoras, innovadoras que hay entre nosotros. Y sólo se es creador, no con la improvisación, ni con cuatro recursos superficiales. Se necesita tiempo de contemplación, respetar la sacralidad del proceso creador y artística. Sólo entonces se irá imponiendo el espíritu en la red de redes.
La formación continuada da pasión a la vida, la vuelve más intensa. Así sí que la vida es bella y aventurada, y también bienaventurada.
¿Cuál es nuestra profecía en la sociedad de la información, de los saberes compartidos, del conocimiento?
Pues experimentar y comunicar a los demás que en esta nueva sociedad que está llegando, que nos interpela, que nos pone en crisis, que suscita nuestra creatividad, está también llegando la nueva Jerusalén, que baja del cielo. Pero esta llegada no es pacífica: las fuerzas del mal están dispuestas a luchar hasta el final. Por eso, la esposa y el Espíritu claman conjuntamente por el retorno redentor y liberador del Señor: “Ven, Señor Jesús”. Y entonces nos damos cuenta, de que en las sociedades de la información, se cumple la promesa: “Estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”.

1 Así lo anunció Steve Ballmer, presidente de Microsoft Corporation.. Por otra parte, en 2010, Steve Jobss presente la nueva creación de Apple: el iPad, como prototipo del nuevo Mercado de las tabletas (tablets): esta especie de ordenador portátil sin teclado físico se presentó como un dispositivo multitarea que permitiría navegar por Internet, leer cómics y libros electrónicos, ver fotos y vídeos, escuchar música… El producto no inventaba nada sino que se limitaba a aunar en un mismo dispositivo conceptos ya conocidos bajo un diseño atractivo.
2 Cf. http://tecno.americaeconomia.com/noticias/usuarios-de-internet-en-el-mundo-llegan-2000-millones
3Cf. datos interesantísimos y actualizados en: http://mundogeek.net/archivos/2011/01/16/las-estadisticas-de-internet-en-2010/. Se envían 262.000 millones de correos de spam cada día. Se publicaron 25.000 millones de tweets en 2010. Facebook tiene en torno a los 700 millones de usuarios.
4 En Europa el crecimiento es imparable. En África el proceso es muy lento, aunque se advierte la mayor tasa de crecimiento en telefonía móvil: 340,8 millones de usuarios. La telefonía ha sido definida en el hemisferio sur como “salvavidas en su travesía hacia un planeta globalizado por internet”. Norteamerica es el líder mundial de los nuevos sistemas de comunicación. Asia es la fábrica planetaria de los dispositivos electrónicos. El hemisferio sur es el gran olvidado. A ojos de la población mundial, regiones como América Latina y África no son pasajeros del tren de las nuevas tecnologías; sin embargo, su lazo de unión con el Norte va de la mano de los teléfonos móviles.
5Información sobre la CMSI en: http:// www.itu.int/wsis/index-es.html
6 Cf. Caritas in Veritate, n. 22 (“ formas excesivas de protección de los conocimientos por parte de los países ricos a través de un empleo demasiado rígido del derecho a la propiedad intelectual, especialmente en el ámbito de la sanidad); n. 40 (“el trabajo y los conocimientos técnicos son una necesidad universal”); n. 71 (“los flujos de conocimientos técnicos aumentan, pero en beneficio de sus propietarios, mientras que la situación real de las poblaciones que viven bajo y casi siempre al margen de estos flujos, permanece inalterada sin posibilidades reales de emancipación”).
7 Cf. Marshall McLuhan, Comprender los medios de comunicación, Paidos, 1996. El medio es una extensión del cuerpo humano. Y estos medios tienen poder para modificar el curso y el funcionamiento de las relaciones humanas. La radio, como extensión del oído, y la TV, como extensión del tacto, tienen la capacidad de romper los equilibrios naturales para restituir al individuo la totalidad de sus sensaciones..
8 Cf. Maurizio Ferraris, Dove sei? Ontologia del telefonino, 3ª ed.(Prefazione di Umberto Eco) Bompiani, Milano, 2010. (¿Dónde estás? Ontología del teléfono móvil, tr. di Carmen Revilla Guzmán, Marbot, Barcelona, 2008,)
9 Cf. Gilbert Simondon, Du mode d’existence des objets techniques , Aubier, Paris,1958, 1968, 1989; Id., La individuación a la luz de las nociones de forma e información, Ed. Cactus y La Cebra Ediciones, Buenos Aires, 2009; Id., Communication et information. Cours et conférences, Editions de la Transparence, 2010; cf. Andrea Bardin, Epistemologia e politica in Gilbert Simondon: individuazione, tecnica e sistemi sociali, ed. Fuoriregistro, Baldagno (Vicenza), 2010: descargar en: http://www.scribd.com/doc/44883471/ Andrea-Bardin-Epistemologia-e-Politica-in-Gilbert-Simondon.