Robert Francis Prevost, osa
Superior general de los agustinos
Al menos en el mundo occidental contemporáneo, si no en el mundo entero, la imaginación humana en lo que concierne a la fe y la ética está en gran medida formada por los medios de comunicación, especialmente la televisión y el cine. Los medios de comunicación occidentales son especialmente efectivos en la promoción de una enorme simpatía del público en general por creencias y prácticas que están en desacuerdo con el Evangelio (ejemplo: aborto, homosexualidad, estilo de vida). La religión es a lo sumo tolerada como “inofensiva” y “pintoresca” cuando no toma activamente posiciones que se opongan a la ética que los medios de comunicación han hecho suya. Sin embargo, cuando hay voces religiosas que se levantan en oposición a estas posiciones, los medios de comunicación señalan la religión como idealista e insensible con relación a las necesidades vitales de la gente en el mundo contemporáneo.
Sin embargo, la oposición al cristianismo de los medios de comunicación no es el único problema. La simpatía por el estilo de vida anticristiano escogido por los medios de comunicación, fomentado brillante y artísticamente se arraigán en la visión publica y cuando se oye un mensaje cristiano es, con frecuencia, inevitable que parezca idealista y cruelmente emocional, en contraste con el ostensible humanismo de la perspectiva anticristiana. Los pastores católicos que predican contra la legalización del aborto o el “matrimonio” homosexual son presentados como impulsados por una ideología severa e indiferente no por lo que ellos dicen o hacen, sino porque sus oyentes contrastan la enseñanza dela Iglesia con los anuncios de atractivos cuidados con imágenes de seres humanos, proyectados por los medios de comunicación; los oyentes que están en situaciones de vida moralmente complejas optan por escoger lo que está hecho para que estas situaciones sean vistas como saludables y buenas. Es de notar, por ejemplo, cómo las “familias alternativas”, comprendidas como parejas homosexuales y sus hijos adoptados, son presentadas en los programas de televisión de manera benignamente atractiva.
Si la nueva evangelización va a tener en cuenta el éxito de las distorsiones de la religión y la ética de los medios de comunicación, los pastores, maestros y catequistas deben estar mucho más informados sobre lo que significa evangelizar un mundo dominado por los medios de comunicación. La enseñanza del Magisterio de la Iglesia puede ser de mucha ayuda en este campo, en donde de hecho hay una gran necesidad de ir más lejos en el análisis y desarrollo de esta área. Es notable para la percepción de los medios de comunicación en el contexto de la nueva evangelización el documento postconciliar Aetatis novae (1992). Este documento afirma que los modernos medios de comunicación no solo nos dicen qué debemos pensar, sino, qué pensar de lo que pensamos. La inclusión y la exclusión de los tópicos considerados valores dignos por los medios de comunicación es una de las divisas más insidiosas empleadas para formar la imaginación ética de la gente y determinar la opinión pública.
Los Padres de la Iglesia pueden aportar una guía para la Iglesia en este aspecto de la nueva evangelización, precisamente porque ellos fueron maestros de arte y retórica. Con su formación retórica, que constituía para muchos de ellos el mejor y más válido entrenamiento en el mundo antiguo, los Padres de la Iglesia ofrecieron una formidable respuesta a las fuerzas literarias retóricas no cristianas y anticristianas en el trabajo a lo largo del Imperio Romano, formando a los religiosos en la imaginación ética del momento. Las confesiones de san Agustín, cuya imagen central es la inquietud del corazón, forma a la manera como los cristianos y no cristianos reimaginan la aventura de la conversión religiosa. En su Ciudad de Dios, Agustín emplea el relato del encuentro de Alejandro Magno con un pirata capturado para ironizar la supuesta legitimidad moral del Imperio Romano. Los Padres de la Iglesia, entre ellos Juan Crisóstomo, Ambrosio, León Magno, Gregorio de Nisa, no fueron grandes retóricos en la medida en que fueron grandes predicadores, sino que fueron grandes predicadores porque fueron primero grandes retóricos. En otras palabras, su evangelización fue en gran parte exitosa porque entendieron los fundamentos de una comunicación social apropiada al mundo en el que vivieron. En consecuencia, entendieron con enorme precisión las técnicas a través de las cuales eran manipuladas la religión popular y la ética en su tiempo por el poder secular en aquel mundo.
Con el fin de responder efectivamente al dominio sobre la religiosidad popular y la imaginación moral de los medios de comunicación, no es suficiente que la Iglesia tenga sus propios medios televisivos o que patrocine películas religiosas. Los medios de comunicación seculares serán siempre más fuertes en este campo y la Iglesia no puede competir con ellos. Por lo menos la Iglesia debería resistir a la tentación de creer que puede competir con los medios modernos de comunicación transformando la sagrada liturgia en espectáculo. Aquí de nuevo los Padres de la Iglesia, como Tertuliano, nos recuerdan hoy que el espectáculo visual es del dominio de lo secular y que nuestra propia misión es introducir a la gente en la naturaleza del misterio como antídoto al espectáculo. Los carismas de varias órdenes religiosas y congregaciones son “ventanas” que permiten una visión o un enfoque hacia este misterio que es finalmente la experiencia en el reino de Dios. Mientras, el apostolado y los servicios caritativos de estos grupos son sumamente importantes porque anuncian el mensaje evangélico de caridad y promoción de la justicia. Estos hombres y mujeres en la vida consagrada, a través de su vocación, son llamados a vivir como testigos del Reino a través de la práctica de los consejos evangélicos.
*Intervención en la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Sexta Congregación General (11.10.2012)