CONSAGRADOS, CREATIVOS AYER Y HOY

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(Cardenal Baltazar Porras Cardozo). Escribo desde Venezuela, en medio de la dramática crisis socio-política y ética que vivimos. En primer lugar, la vida religiosa en mi país es relativamente nueva, pues en la colonia (siglos XVI-XIX) apenas si hubo unos pocos conventos femeninos, la presencia masculina fue muy creativa y rompió los moldes de lo que pedían las constituciones. Entre otras, porque la exigencia misionera los hizo itinerantes, teniendo que adaptarse a las exigencias del medio. Durante el siglo XIX prácticamente desapareció la vida consagrada por las prohibiciones de los gobiernos. Comenzará tímidamente a finales de dicho siglo y a comienzos del XX a llegar de nuevo con el sello de sus lugares de origen: España, Italia y Francia. Se dedicaron fundamentalmente a la educación y a la salud. La diversificación se produjo en la segunda mitad del siglo XX.

En la actualidad, la mayor parte de los miembros de la vida consagrada son criollos, herederos de los carismas que sembraron las generaciones precedentes. La inserción en los sectores populares y en las periferias de las ciudades y en las fronteras les ha dado un sello peculiar y una aceptación grande de parte de la gente.

En medio de la crisis que vivimos, lo primero es que quieren permanecer y acompañar el sufrimiento de la gente. El testimonio que dan es grande en desprendimiento, pobreza, pero sobre todo en el acompañamiento cordial a la población. Están surgiendo nuevas formas de vida consagrada ligadas unas a los movimientos modernos y otras, que surgen, “de manera silvestre”, mejor, buscando nuevos caminos todavía no trillados.

Entender los retos del cambio de época, con sus implicaciones antropológicas, la asunción del desprestigio por los abusos reales o inducidos, la valoración de la mujer todavía tímida en la Iglesia y una experiencia vocacional de vida comunitaria más en consonancia con los tiempos, forma parte de los retos. Desde la perspectiva latinoamericana la Iglesia en salida, la opción preferencial por los pobres con el énfasis en las periferias y los excluidos, la intercongragacionalidad, entre otras, están dando vitalidad y esperanzas a la vida consagrada.

La pasión por Dios, en un mundo que tiende a construirse al margen de Dios, urge mantener cuanto se hace y a la vez, crear nuevos espacios que sean escuela y taller de la vida con Dios, que muevan a adorarlo “en espíritu y verdad” (Jn 4,21).