Una cuestión de mirada
El otro día fui al cine y, mientras esperaba en la fila para comprar la entrada, estaba muy entretenida escuchando a una señora que estaba detrás de mí. Ella le iba relatando a su amiga todas las cosas que no estaban bien. Que si se iba “anchando” la fila y que seguro que se colaba alguno, que si porqué le pregunta ese a la taquillera por las filas cuando hay un cartel diciendo que no están numeradas, que si habían subido el precio de la entrada… Aunque su compañera, con una paciencia infinita, iba quitando plomo a sus comentarios, me dio mucho que pensar. Y es que podemos vivir así la vida, prestando más atención a lo que no responde a nuestros deseos y expectativas que a lo bueno que se abre ante nosotros, acentuando lo que no es como debería y olvidando así todo aquello que sí se va pareciendo a lo que está llamado a ser.
Los religiosos/as deberíamos ir por la vida como la amiga de esa mujer, subrayando lo positivo y sacando “lo precioso de lo vil” (Jr 15,19)… y quizá, poco a poco, se nos iría pareciendo la mirada a la de Dios.