Nosotros no nos vamos a hacer problema de citar a Marx. Sobre todo cuando tiene razón. La economía es la infraestructura que hace posible todas nuestras actividades, hasta las más altas, excelsas y espirituales. Para escribir estas mismas líneas me sirvo de un ordenador. Y el que las esté leyendo lo hace a través de internet. Eso significa que alguien ha pagado el ordenador y la conexión a internet. Todo eso supone un flujo de recursos producidos y elaborados en muy diversas partes del mundo que a través del intercambio comercial han llegado a nosotros y lo podemos utilizar para lo que nos interese en el momento. Eso es precisamente la actividad económica.
Nuestros institutos tienen una misión carismática. Somos servidores del evangelio. Anunciamos de diversas formas y maneras a Jesús. Esa misión nos ha llevado a tener centros de enseñanza, actividades diversas, hospitales… y muchas más cosas. Todo eso significa que disponemos de recursos más o menos abundantes. Y que tenemos la responsabilidad de usarlos bien y al servicio de la misión y de las personas que forman el instituto.
Por eso, para religiosos y religiosas la cuestión económica no es baladí. No la podemos olvidar. Y a veces, desgraciadamente, la economía es la gran olvidada. En realidad, es fundamental. Sin recursos no hay misión. O nuestras actividades se verían drásticamente reducidas o empobrecidas. Nuestros recursos son, por definición, escasos. Hay que administrarlos. Y administrarlos bien. Para no derrochar.
De esto irá este blog. Voy a intentar ser fiel e ir colgando nuevos textos con regularidad. Agradezco desde ya las respuestas y los comentarios. Este es un camino que tenemos que hacer juntos y, a ser posible, dejándonos llevar mucho por el sentido común, más importante a veces que la ciencia económica y la técnica contable juntas