Mi reacción ante tan sabias palabras: la moda es lo más inútil, aunque sea lo más solicitado. La moda no salva. Lo que hoy está de moda es el no pensar y el divertirse. Lo banal, lo superficial, la apariencia está de moda. El pensar es peligroso, porque cuando uno piensa se plantea preguntas. Y al plantearse preguntas se da cuenta de lo poco que sabe, y de lo mucho que necesita de los demás para llenar su no saber. Pensar es peligroso, porque cuando piensas te das cuenta de que las cosas no son lo que parecen, de que la mentira abunda. Los que se aferran al poder aborrecen el pensamiento. La fe cristiana exige el pensamiento. Por eso, el pensamiento pudiera ser camino de salvación, en la medida en que nos acerca a la verdad. En una de sus poesías Zagajewski dice:
¿Qué clase de poesía es aquella que no salva
Naciones o pueblos?
Una conspiración de mentiras oficiales.
Una tonadilla de borrachos cuyas gargantas serán cortadas de inmediato,
Una conferencia para señoritas.
He deseado la buena poesía sin saberlo,
He descubierto, ya tarde, su saludable objetivo.
En ella y sólo en ella, encuentro salvación.
Según el poeta, sólo en la poesía encuentra salvación. No está mal. El mejor poeta es el Dios de Jesús que, a lo largo del Antiguo Testamento, inspiró magníficos poemas que se han convertido en oración de la Iglesia. Cuando Jesús quería decir quién es Dios también utilizaba imágenes poéticas. Y Dios, cuando crea, hace su mejor poesía, su mejor obra de arte. Es lo que dice el libro del Génesis al hablar de la creación: “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”. Nuestra palabra “poesía” (poiesis = fabricación de una cosa distinta de su autor) es la misma con que se expresa la traducción griega de este primer versículo del Génesis. La acción de Dios, creación del cielo, de la tierra, de la luz, del firmamento…, del hombre. Eso es poesía. Poesía salvífica. Porque da la vida.