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El camino de la relación

Una compañera estuvo unos días convaleciente y para su sorpresa algunos de los jóvenes que conocíamos vinieron a visitarla y pudo conversar largo y hondo con uno de ellos. Me gustó mucho oírla compartir en la oración que daba gracias no sólo por poder acompañar a los jóvenes, sino porque ellos también nos acompañaban a nosotras. También nosotras estamos necesitadas de su compañía y de su visión, de saber lo que esperan de la vida, de aprender a hablar con ellos en “lenguas nuevas” (Mc 16, 17) que toquen su mundo interior y les descubran su profundidad y su inaplazable responsabilidad con los otros.
La lengua que más nos toca es la de la amistad. Yo fui una chica indiferente con respecto a Jesús y la fe hasta los 21 años. El primer deseo de saber algo sobre Él lo puso en mí una amiga con la que compartí piso un verano en Madrid. Cuando íbamos a despedirnos me dice que tiene que contarme algo: se iba a meter monja. Me pareció que se iba a enterrar, era una chica con un trabajo brillante por delante. Le dije que estaba loca, que se podía ser buena sin ser monja… Pero aquella fue la primera chispa. Entonces empecé a querer argumentar porqué no creía, leía cosas, comencé a mirar de manera distinta a las religiosas de la residencia de estudiantes en la que vivía y entablé una relación de amistad con una de ellas que acababa de llegar de África. Al calor de las relaciones creció en mi un deseo sincero de búsqueda hasta llegar a sentir aquello que luego encontré expresado en Carlos de Foucauld: “desde que descubrí que Dios existía vi que no podía ser más que para Él”.
Aquella amiga no llegó a hacerse religiosa pero sigue ahí, como el encuentro inicial de mi reconocimiento de Dios. Rupnik lo expresa hermosamente: “Cambiamos de mentalidad a causa de un amor fuerte, de una fuerte amistad. El camino de la relación se convierte en apertura y acompañamiento hacia el mundo de Dios… Nuestras vidas despertarán el interés de los hombres y mujeres de hoy (de los jóvenes) cuando éstos se vean tocados por nuestras relaciones y sientan en ellas un amor personal hacia ellos”.
Una joven, después de buscar entre varias congregaciones por un tiempo, acabó decidiéndose por una. “¿Por qué ésta?”, le preguntaron. A lo que ella respondió: “hablan más de Jesús que de la fundadora”.