LA REVISTA VR EN EL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA

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¿…qué es pluralidad?

Que la diversidad es el ingrediente básico de una buena receta social, eso está claro. Pero, ¿qué decimos cuando hablamos de “pluralidad” dentro del marco de la vida religiosa? ¿Qué significa en este contexto? La vida religiosa se caracteriza por la universalidad, aunque a veces vivamos sumidos en la tentación del eurocentrismo. Las religiosas y religiosos somos y estamos en los cinco continentes, lo cual nos debería hacer expertos en interculturalidad, algo que nunca podemos dar por supuesto. La pluralidad –y lo sabemos sobradamente– no es solo geográfica. En los institutos religiosos, a veces, nos manejamos con categorías de dudosa raíz evangélica: nos clasificamos como “progresistas” o “conservadores”, lo que acrecienta la brecha de nuestras diferencias. En el fondo, estas etiquetas ponen de manifiesto la diversidad de paradigmas y sensibilidades que configuran nuestros carismas. El problema es cuando, de esta constatación, pasamos a los “prejuicios”, y ya sabemos las consecuencias que tiene relacionarnos desde ellos.

Otra diferencia significativa –que nos hace experimentar la pluralidad “ad intra” del propio instituto– es la generacional, y por experiencia sabemos que no siempre “lo joven” es sinónimo de “novedad”. El análisis demográfico de nuestras congregaciones, debido a la crisis vocacional que andamos atravesando en general, suele arrojar un gráfico –en forma de pirámide invertida–, donde en la base se encuentra una minoría joven y de mediana edad, frente a una mayoría de religiosos de edad avanzada. Esto no es necesariamente un inconveniente. Veámoslo más bien como un dato de realidad que quizá nos esté invitando a imaginar con creatividad nuevos caminos de recreación de la vida religiosa.

Nada de lo dicho hasta el momento es nuevo. La cuestión de la pluralidad se convierte en prioritaria cuando, siguiendo el efecto boomerang, se nos devuelve como una pregunta dirigida a nuestra propia situación vital.

¿Cómo vivimos y gestionamos la diversidad, tanto ad intra como ad extra de nuestras comunidades? Personalmente me da la impresión que sobre la pluralidad han corrido y seguirán corriendo ríos de tinta en nuestros documentos, pero que siempre será la asignatura pendiente que nos mantendrá en la tensión entre el “don” y la “tarea”.