Posponerse

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Las palabras de Jesús en este domingo nos devuelven a una realidad que hoy es poco valorada: el posponer. 

Sé que son típicos pero por ello no dejan de tener cierta dosis de verdad: el ahora y el yo forman parte de nuestros entresijos más profundos. El Nazareno nos habla en otro tiempo y en otra persona. 

  • El tiempo no es el ahora inmediato e imperioso del poseer y el dominar, sino ese «ya, pero todavía no» de un tiempo que no nos pertenece pero que nos es regalado como talento para invertir en lo común y no en lo privativo. 
  • La persona es la de un Padre que ama sin medida y sin medida nos quiere libres y conscientes al lado de otros. Amor libérrimo que busca el bien de un «nosotros» que no prescinde de la identidad de cada uno, sino que la plenifica desde un posponerse de cruz, que es la expresión máxima de ese amor. 

Jesús sabe muy bien lo que dice porque en su vida no dejó de hacerlo palpable. La sombra de la cruz que lo acompañaba no era castigo buscado. El posponerse y posponer a otros regala un nuevo tipo de relación basada en la gratuidad y en una fraternidad extendida y tierna que levanta del polvo a todos los desvalidos a los que los bienpensantes y buenhacedores de los dioses del poder les decían que no podían acceder a Dios. 

Posponernos en un tiempo regalado que no nos pertenece. Posponernos en un lugar que es de últimos y de toalla ceñida. Posponernos para dejar que el Padre sea nuestro Padre común. 

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