Papeles

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Suelo escribir sobre el Evangelio del domingo, sobre la Palabra de Dios que se dirige a nosotros con un amor extremo, con la dulzura o el resquemor de una exigencia que diviniza humanizando. Pero hoy, en este corazón del adviento, de un Juan cuestionado por sus hechos, se me dibuja escandalosa una ley aprobada ayer en España y que hace que nuestros hermanos más pequeños que por no tener papeles no son ciudadanos todavía queden más desprotegidos.
La ley de «devoluciones en caliente» y el de criminalizar a quien ayude a uno de estos no-ciudadanos aquí en Europa.
La vergüenza de un continente que se dice depositario de los derechos humanos. Las leyes injustas que hacen que un ser humano deje de serlo. Que por atravesar una valla, que nos salva de los pobres y de la miseria de aquí al lado, hace que sean arrojados al otro lado, a esa tierra de nadie donde malviven esperando un sueño. Así, sin más.
Y porque un ser humano ayude a otro (que pierde su humanidad porque es ilegal en esa ilegalidad inhumana que los poderosos del miedo trazan sin manos temblorosas porque dicen defender el estado de derecho) pueda ser multado por estar fuera de la Ley.
Que ley?
En el corazón del Adviento la Virgen sigue soñando caminos que no tienen vallas, ni poderosos, ni miedo, ni injusticia… Y con ella otros muchos siguen soñando y no se lo permiten y los convierten en injustos por una ley de egoísmo y de tristeza. Y la Virgen y ellos siguen soñando en caminos de hermanos donde los papeles no sean los que definan a la humanidad.
Gracias a tantos hermanos de un lado y otro del estrecho y de aeropuertos que luchan por los sueños de una Virgen encinta y de un Dios que no cree en los papeles.

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