lunes, 16 septiembre, 2024

MIRADA CON LUPA: ENTREVISTA A CRISTÓBAL LÓPEZ, ARZOBISPO DE RABAT

Misión: ser «puentes» Cristóbal López Romero, sdb. Arzobispo de Rabat (Marruecos)

(VR,3.vol 125). Antes de empezar su misión en Rabat (Marruecos), Cristóbal López, ha querido pasar por Vida Religiosa. El Papa acaba de nombrarlo arzobispo de Rabat y está de despedidas. Sentimientos contrapuestos, ciclos que se cierran y la esperanza en una misión recibida con paz, que siempre consigue mover los cimientos. El salesiano Cristóbal López es un hombre tranquilo, se despide de sus hermanos de Inspectoría, donde era provincial, con un «hasta pronto o hasta el cielo». Sabe que para la misión no hay distancia y tampoco tiempo. Sabe que ahora se pone en camino, sin mirar atrás, con una pretensión clara, ser «puente» y recrear la cultura del encuentro que es la encarnación, la redención y el misterio.

Es de suponer que en este momento está viviendo, con fuerza, algo para lo que los religiosos siempre debemos estar preparados: el cambio, la disponibilidad, sentimientos encontrados… ¿Cómo está viviendo Cristóbal estos días desde su nombramiento?

Por la gracia de Dios, estoy viviendo el inicio de esta nueva etapa de mi vida con paz y serenidad. Aparte de las muchas oraciones que tanta gente está haciendo por mí, y del apoyo de mis hermanos y de mi predecesor como obispo de Rabat, así como de los sacerdotes y religiosos de la diócesis, también ayuda el hecho de estar acostumbrado y disponible a los cambios. “Mi casa es el mundo, y mi familia, la humanidad”, es uno de mis lemas inspiradores. Por eso considero que, vaya donde vaya, siempre estoy en mi casa; solo cambio de “habitación”. Y siempre estoy en familia, entre hermanos, porque “todo hombre es mi hermano”.

Si a todo ello añadimos que voy a territorio conocido, puesto que estuve casi ocho años en Marruecos, pues se explica ese estado de paz y hasta de ilusión y entusiasmo.

Deja el servicio de Inspector (provincial) después de un proceso de unificación ¿Qué percepción tiene de esta nueva situación para la vida religiosa? ¿Estamos consiguiendo dinamizar las estructuras? ¿Y las comunidades?

La unificación de varias provincias formando una nueva es una medida útil para optimizar los recursos, organizar mejor las cosas, dinamizar las estructuras, como dices en la pregunta. Pero las comunidades y las personas no se cambian con simples medidas administrativas y jurídicas. La unificación es una ocasión y una oportunidad para revitalizar el carisma propio de cada congregación, pero no se consigue si no hay un compromiso personal y comunitario para ello.

Desde su punto de vista, ¿qué decisiones habría que tomar para que la vida religiosa no tenga la sensación de estar siempre por encima de sus posibilidades?

Redescubrir y valorar su dimensión profética y centrarse más en el ser que en el hacer. Es en la actividad donde se da esa sensación de desborde, de no llegar a todo… Pero los religiosos no somos un ejército especializado para responder a determinadas necesidades de la sociedad y de la Iglesia, sino personas llamadas a vivir alternativamente, siendo signos y constructores del Reino de Dios más con el testimonio de vida que con la actividad concreta que desarrollamos.

Tendremos que aceptar disminuir la cantidad de obras, vivir nuestra implicación en ellas de otra manera, confiar más en los laicos y trabajar codo a codo con ellos… pero no dejar nunca de ser lo que somos y de vivir como corresponde a nuestra vocación.

Asume el Arzobispado de Rabat, lugar en el que ya ha estado destinado como salesiano, ¿Cómo percibe en este momento la misión de Iglesia en un contexto de hermanos musulmanes?

La percibo como una misión preciosa, la misión de ser “puente”, de construir puentes. Estuve ocho años en la ciudad de Kenitra, palabra que significa “pequeño puente”. Y eso es lo que yo creo que tenemos como misión los cristianos en Marruecos: ser pequeños puentes entre musulmanes y cristianos, entre Oriente y Occidente, entre Europa y África, entre norte y sur…

Hoy más que nunca es necesario cultivar la cultura del encuentro, no la del desencuentro y del enfrentamiento. Y en Marruecos la Iglesia, insignificante por la cantidad pero muy significativa por su tarea, está dando hermosos ejemplos de la construcción de puentes en lugar de muros.

¿Cuenta con un número significativo de consagrados y consagradas en la diócesis?

Contamos con la preciosa presencia de 99 religiosas de 11 congregaciones diferentes (entre ellas, las Franciscanas Misioneras de María son las más numerosas) y de 23 religiosos (5 hermanos y 18 sacerdotes) de 5 congregaciones. No es mucho, pero tampoco es poco. Están contados los monjes cistercienses (trapenses) y las monjas clarisas, con lo que contamos con vida contemplativa masculina y femenina.

En su circular de despedida de sus hermanos la hace no solo extensiva a los laicos, sino que es profundamente inclusiva. Es un hombre convencido de la misión compartida, ¿qué le parece que falta a la vida religiosa, en general,  para convertirnos a esta clave de misión?

He tenido una hermosa experiencia en este campo de la misión compartida con los laicos tanto en Paraguay y Bolivia como en España, pero es algo que en la congregación salesiana llevamos en el ADN. Don Bosco no quiso fundar solo una congregación, sino un amplio movimiento de fuerzas que, compartiendo el espíritu y el carisma, aborden desde distintas situaciones y estados de vida la única misión de construir el Reino entre los jóvenes. La “Familia Salesiana” es una realidad que hemos recibido de Don Bosco y que, gracias a Dios, goza de una excelente salud.

Recalcaría que la expresión “misión compartida” me parece restrictiva… Se trata de compartir el espíritu y el carisma también y primeramente; de ahí brotará el compartir la misión, pero si ésta está desprovista del espíritu y del carisma, mal asunto.

Nosotros llamamos a los laicos no solo a trabajar como salesianos, sino a “ser salesianos laicos”.

La Archidiócesis de Rabat es enorme en su extensión. De ella y a través de ella, continuamente pasan hombres y mujeres que sueñan con otra vida en Europa, ¿estamos siendo un testimonio de acogida, España, como puerta de Europa? ¿Y la Iglesia?, ¿Y la vida consagrada?

Ciertamente el problema de las migraciones es candente y sangrante, y en Marruecos nos toca vivirlo muy de cerca. La Iglesia está haciendo lo que puede a través de Cáritas Marruecos y de servicios específicos que se han creado. Magnífica la labor de atención y de concientización que está llevando adelante D. Santiago Agrelo, obispo de Tánger, al respecto.

Creo que Europa, y dentro de ella España, está dando una respuesta raquítica y egoísta al problema. Reconozco que no es una cuestión simple, y que la solución de este problema implicaría cambiar las estructuras políticas y las relaciones internacionales. Mientras tanto creo que la Iglesia española, y la vida consagrada dentro de ella, están manifestando la mejor disposición y muchas ganar de hacer lo necesario.

Desgraciadamente el problema pasa por decisiones políticas que no están en manos de la Iglesia y de los religiosos.

Su carta de despedida de la Congregación es sencilla, directa y profunda. Se despide, hasta siempre… o hasta el cielo. Resulta im- presionante la alusión a la trascendencia vinculada a la relación fraterna…  ¿Están siendo días de silencio, de encuentro con el Señor…? Honestamente, ¿qué pesa más, la felicidad o la preocupación?

Todavía no he empezado esos días de silencio y de mayor y más profundo encuentro con el Señor, porque ejercí la tarea de provincial hasta el día 31 de enero y todavía ahora, estoy despidiéndome de los hermanos y comunidades. Pero tengo previsto compartir unos ejercicios espirituales con los sacerdotes de la diócesis en este mes de febrero.

Me siento feliz, porque voy a estar donde Dios quiere que esté, en el lugar  y en una tarea que yo no he buscado ni pedido, pero en la que me voy a sentir a gusto (como en todas las anteriores que he tenido). No sé si es por inconsciencia o por espíritu de fe, pero la cuestión es que las preocupaciones por las situaciones problemáticas que pueda encontrar (como en toda realidad humana) no me están quitando ni el sueño ni la paz. Seguramente en esto estará teniendo mucho que ver el alud de oraciones que tanta gente amiga está haciendo por mí… y que pido sigáis haciendo.

 

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