Escuchando las palabras del Papa me pregunté: ¿cuáles serían las características del apostolado del oído? Asumo éstas:
Descubrir el rostro de Dios detrás de esa cara triste, o cargada de ilusiones. Reconocer que merece el máximo respeto, aunque piense y hable de manera diferente a mí. Actitud de acogida. “Hablar menos y escuchar más”. La escucha puede llevar al otro a descubrir la respuesta acertada. Guardar secreto, es la base de la confianza. No juzgar, pues solo Dios conoce la intimidad de cada uno. Tener una actitud de tolerancia y colocarse en la situación del otro. Comprensión, porque algunas personas vienen cargadas de mecanismos de defensa, tienen miedo. Dejar para luego lo que no sea de la entrevista. Desanima ver al acompañante pendiente del celular, del reloj o del planeador. No dejarse llevar por la curiosidad, con preguntas que producen angustia. No demostrar prisa, aunque conviene fijar tiempos.
La actitud de Jesús es de escucha al Padre. A la shema,“escucha Israél”, Jesús añade: amarás al Señor tu Dios con toda tu mente (Mt 22,37-38). Escuchar mirando el mundo, las personas y las cosas, desde la perspectiva de Dios. Jesús también vive a la escucha del dolor del hermano. Y esto es sanador, porque parte del corazón, de sus entrañas conmovidas.
Me asombra ver cómo han proliferado los grupos de coaching, diksha y otras técnicas orientales de liderazgo, empleadas para mejorar la economía en las empresas, hoy aplicadas al propio conocimiento, donde Dios se diluye ante lo emocional. Son nuevas formas de espiritualidad, pero en nuestra misión evangelizadora, “el apostolado del oído” tiene un poder sanador superior a cualquier técnica psicológica.
María es Maestra en la escucha a Dios y al hermano. Amor en dos direcciones esencialmente conectadas e inseparables.