Esta noticia anunciada por el «telediario de la 1» a finales de año, nos daba cuenta de la variedad de sensibilidades y credos que se dan en nuestros lugares de evangelización.
No sé si en los años de elaboración del libro de los Hechos de los apóstoles se encontraban con tal diversidad, el caso es que Pedro dice que «Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea». Y lo dice a raíz de la comunidad de bautizados que se va extendiendo.
Terminada la Navidad con el bautismo de Jesús en el Jordán -a manos de Juan-, y con la convicción de cumplir «toda justicia de Dios», ese Dios acoge a todos y a todos ama. Y es de justicia reconocer que nuestras comunidades cristianas y religiosas se nutren de bautizados de todas latitudes. Algo, que precisa de preparación y formación en todos los niveles sociales; también en el religioso.
Necesitamos al Espíritu Santo descendiendo sobre nosotros para comprendernos desde la Salvación y no desde la exclusión. Todos somos hijos e hijas muy amados y en todos se complace, aunque a los de un lugar nos parece que le agradan más los de siempre.
No todos los que se congregan para escuchar la palabra de Dios han venido de fuera. No todos los que son de aquí están en la iglesia. Somos menos. Y por eso, debiéramos acogernos y aceptarnos más. Respetando siempre la identidad y la idiosincrasia de quien nos recibe.
En estos días de Epifanía, ¡muéstranos Padre tu elección a los que venimos en tu nombre! Para alcanzar otro record: el de la comunidad.