miércoles, 17 abril, 2024

EL DON DE DIOS ES DIOS MISMO

Respondiendo al P. Aquilino Bocos, cmf

Buen día, hermano! Gracias por tu oxigenante reflexión. “Si conocieras el don de Dios”. Como apuntas certeramente lo más original de la experiencia cristiana, sigo ampliando el tema .

En alguna de las cartas que nos hemos cruzado, hablamos sobre vida de comunidad que profesamos los religiosos. Decíamos que no es suficiente la comunidad de observancias, ni tampoco satisface un modelos liberal de comunidad que de fácilmente degenera en una sociedad de seguros mutuos. La vida comunitaria entre personas de distinta procedencia, cada una con su forma de ser, de pensar y de actuar, no es posible sin una inspiración teologal. Pero este calificativo no está exento de graves equívocos porque, si bien “teologal” remite a Dios, en nuestras cabezas hay imágenes muy peregrinas de la divinidad que tiene poco que ver con el Dios revelado en la conducta histórica de Jesús.
Parto de lo que tu dices: “en su vida, en sus palabras, en sus acciones Jesucristo refleja toda la bondad que tiene el Padre hacia los hombres. ¡Cuánto nos cuesta convencernos de que nosotros, consagrados, estamos empapados de ternura y misericordia!; si cada persona consagrada conociera el don de Dios en ella, que es su alianza, todos seríamos más flexibles y estaríamos más serenos”. Y añado: el don de Dios es Dios mismo. Pero ¿de qué divinidad estamos hablando?
En nuestra sociedad española se constata una creciente indiferencia religiosa. El fenómeno tiene cierta explicación en el proceso del mundo moderno europeo: hombres y mujeres van llegando a “la mayoría de edad” y quieren ser ellos mismos sin la imposición y el control de dioses o religiones. Pero la situación puede responder, también en buena parte, a la imagen de Dios que los cristianos, incluidas “las personas consagradas”, hemos dado con nuestra conducta moral, religiosa y social.
Cuando los seres humanos vemos que nuestros males no encuentran solución, espontáneamente acudimos a las puertas de los dioses fabricados por nuestra imaginación y por tanto no son el Dios verdadero porque caben en nuestras cabezas. Y en seguida lo vemos como un ser superior que nos controla, nos vigila y al final ajustará cuentas. Pero esa imagen de la divinidad nada tiene que ver con el Dios misericordioso y compasivo que se reveló en la conducta humana de Jesús. Hay todavía en la vida religiosa muchos miedos a la divinidad, mucha obsesión por los cumplimientos, excesiva carga de culpabilidad. El Dios revelado en Jesucristo es amor, no sabe más que amr y siempre nos mira con esperanza. Debemos vivir la misma experiencia que vivieron los primeros cristianos y el evangelista Juan nos transmite: “el amor excluye al miedo”; quien tiene miedo no conoce a Dios que es amor.
Poco antes de su muerte, Jesús se siente incomprendido, abandonado y amenazado por las mismas autoridades religiosas judías. En esos momentos de oscuridad, manifiesta su espacio interior:”no estoy solo porque el Padre está conmigo; sabe que ocurra lo que ocurra está siempre en los brazos del “Abba” que es ternura. El Dios encarnado es más íntimo a la humanidad que ella misma, fundamenta y perfecciona todos los valores humanos. “En él existimos, nos movemos y actuamos; él da vida y aliento a todo”. Quiere decir que el Dios revelado en Jesucristo no es alejado detrás de las nubes que interviene sólo de cuando en cuando a instancias de nuestros sacrificios y oraciones, Está en nosotros antes de que le invoquemos y nunca nos abandona incluso cuando nosotros ignoremos su presencia. Por eso debemos preguntarnos los religiosos con qué divinidad dialogamos en nuestra oración? ¿ con una divinidad fabricada por nuestra imaginación, o con el Padre que es ternura infinita que está en toda realidad, en todos los acontecimientos y en todas las personas habitando, dándose como amor que da vida? La oración cristiana es la búsqueda de Dios en el corazón del mundo y buscar al mundo en el corazón de Dios .
El don de Dios es Dios mismo cuya presencia sostiene a toda la creación y garantiza la dignidad de todos los seres humanos. La espiritualidad cristiana significa descubrir esta Presencia y hacer que se haga manifiesta en nuestra conducta. Es sugerente la invitación que nos hace un himno litúrgico: “Que nosotros vivamos como hijos de luz y no pequemos contra la claridad de tu presencia”
No te entretengo más. Nada nos turbe pues habitamos en Alguien que es amor y fuente de paz. Con todo afecto,

 

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