jueves, 28 marzo, 2024

LOS ADJETIVOS DEL SEGUIMIENTO DE CRISTO

(Bonifacio Fernández, cmf.) Si miramos una muestra de las constituciones de las congregaciones y órdenes encontramos calificativos tales como: Seguimiento evangélico, ardoroso, corporal… más de cerca, gozosamente, seguir con mayor libertad (PC 1); libre y radical; seguir libre y amigablemente a Jesucristo; seguimiento  más radical, alegre, etc.

El seguimiento parte de la iniciativa de Jesús. Él quiere compartir su misión mesiánica. Quiere necesitar personas que se parezcan a Él, dispuestos a seguir su estilo de vida, a entregarla como Él  para que todos tengan vida recibiendo la buena noticia.

Radical

La propuesta de Jesús en el seguimiento implica un cambio radical, una conversión radical. La buena noticia del Reino lo trasforma todo. Ha llegado la etapa del cumplimiento de las promesas. La nueva presencia salvadora de Dios está ya en medio del tiempo presente. Radical puede calificar no solo a la actitud de los discípulos que optan totalmente por Jesucristo, sino a la forma de vida de Jesús. Es la suya una vida humana vivida desde la radical donación al servicio del Reino. Y también puede calificar la radicalidad social tanto de Jesús como de los discípulos. Es una vida extravagante. Es un grupo socialmente visible.

Evangélico

El discipulado de Jesús es fruto de una llamada. Es el Mesías el que se fija en las personas. Y las llama. Y las arranca de la situación social y familiar de vida para participar en la itinerancia al servicio del Reino. La buena noticia del Reino es la que impregna la vida del discípulo. El llamado es un agraciado. No se deja seducir por el Maestro confiando en su propia capacidad y valía personal. Se deja cautivar por el mensaje de Jesús y por el Jesús del mensaje.

Integral

La donación que el Padre ha hecho de su Hijo amado a nosotros ha sido total. El Hijo Unigénito se ha encarnado y convertido en el hijo del hombre; se nos ha dado integralmente en cuerpo y alma y divinidad; se nos ha dado en el tiempo y en la eternidad, en la vida y en la muerte. La correspondencia de los discípulos y enviados lleva las marcas de ese carácter integral. Implica el “para siempre” y el “del todo”, con cuerpo y espíritu, mente y corazón.

Más cercano

El primer sentido de esta expresión, que se repite en documentos del magisterio eclesial y que retoman muchas constituciones, es un sentido de intensidad; supone que antes se estaba más lejos, que la vida va acercando a Jesús y que la dinámica lleva a seguirlo cada vez más íntima y plenamente. Indica el proceso de parecerse cada vez más a Él. Se trata del itinerario del seguimiento que nos familiariza y acerca a los sentimientos y actitudes del mismo Jesucristo.

Apostólico

Se trata de un seguimiento a imitación de la vida apostólica. También para ellos la totalidad de su confianza y entrega a Jesucristo fue la raíz de su fecundidad en la misión. La vida entregada fue y sigue siendo la fuente de su ministerio apostólico. La vita apostolica es inseparable del ministerio apostólico. Ellos representan a Cristo porque previamente lo han seguido y han aprendido de sus labios, han escuchado sus promesas y también sus extrañezas ante las lentitudes de los seguidores: “¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué sirven los ojos si no veis y los oídos si no oís?” (Mc 8, 18).

Total

A Jesús no se le sigue a tiempo parcial; no se entra en la escuela del seguimiento para estar una temporada. La adhesión a la sabiduría y autoridad del Maestro de Nazaret es total; implica la vida entera. Implica una relación con Jesús que se llama fe. Ésta puede estar en un estadio incipiente, o puede ser ya contrastada por la desilusión y la incomprensión. Precisamente los tres consejos evangélicos son la expresión de totalidad. Una entrega única que se expresa en tres dimensiones de la vida humana: poder, tener, querer.

Fiel

Solo confiados en Él podemos seguir su  camino. Nadie tiene garantizada la perseverancia de antemano. Es más, el ritmo y la rutinización de la vida llevan consigo la experiencia del cansancio espiritual. La fidelidad entonces no puede por menos de ser creativa; no se improvisa: requiere atención. No se logra sin inversión de energías personales. Consiste en proseguir la auto-donación de Jesús en sus distintas dimensiones: La pasión de Jesús por Dios como Padre, y confrontar nuestra imagen de Dios con la imagen de Jesús; la pasión de Jesús por el Reino de Dios, que es el centro y el marco de su vida; la pasión de Jesús por la humanidad renovada, según su estilo de vida expresado en las bienaventuranzas; la pasión por la renovación de la creación entera.

Libre

Es este otro rasgo que destacan mucho los textos carismáticos. El seguimiento de Jesús no puede ser forzado; es una cuestión de vocación e irradiación por parte del Mesías. Los textos de las constituciones suelen insistir en expresiones como: “con mayor libertad”. Con ello recogen la idea de quitar los obstáculos e impedimentos que dificultan o ralentizan el seguimiento de Jesús. En la tradición teológica de los consejos evangélicos se ha insistido en esta dimensión. La profesión de los consejos evangélicos implica poder seguir a Jesús con mayor libertad. Y con ello se  tematiza una perspectiva funcional; la profesión de los consejos mediante votos en una congregación libera de ocupaciones y preocupaciones; permite dedicar más tiempo y más energía a compartir la vida y la misión de Jesús.

Profético

El seguimiento  de las actitudes históricas de Cristo, concretadas en los consejos evangélicos, es  profético. Así lo denominó también el papa Francisco en el coloquio con los superiores mayores. Significa que el seguimiento lleva a vivir en contraste con los valores que tienen vigencia en la sociedad. Seguir a Cristo conduce a asumir una cierta marginalidad, rechazo y fracaso. La adhesión apasionada al estilo de vida de Jesús, y el combate espiritual para ser fiel a Él, implican inconformismo con respecto a los intereses del éxito, poder, reconocimiento. No hace más perfectos. El sentido del seguimiento  profético de Cristo no es hacer personas “diferentes”, apartadas del común. No  convoca tanto a ser modelos, cuanto a ser signos por la práctica de la solidaridad y la caridad.

Con corazón indiviso

Este adjetivo “indiviso” que califica la palabra de corazón es usado especialmente para la castidad. Pero es un calificativo del seguimiento de Cristo y del vivir en relación con Él. Implica una “indivisión” desde el punto de vista sociológico. Dedicarse de lleno a la misión del Reino comporta dejar de lado las preocupaciones por la sobrevivencia personal, por la seguridad de la propia vida. Pero tiene también un sentido teológico que puede resultar equívoco e incluso contrario al mandamiento principal; me refiero a la interpretación que entiende “corazón indiviso” como solo para Dios, sin contar con el prójimo como necesaria mediación de la relación con Dios. Esta comprensión es fuente de conflictos y divisiones en el camino espiritual. Por eso debería ser entendida como categoría antropológica que indica el camino de la unificación de la vida en la creciente fidelidad al Espíritu.

 

 

 

 

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