Los jóvenes religiosos tienen un papel central dentro del Congreso. En uno de los paneles (mesa redonda) nos fueron adentrando en las sombras y las luces, que se fueron dejando oír ya desde los pre-congresos de las conferencias nacionales. Es la voz común de muchos religiosos y religiosas jóvenes (desde la primera profesión hasta 10 años tras la profesión perpetua):
Nos dicen que ven vida en la intercongregacionalidad, la experiencia de Jesús que sigue llamando, la comunión y los nuevos escenarios pastorales que se abren con otros estados de vida.
También hay sombras o «ataduras». Las más visibles son: el activismo que silencia la relación con los mas cercanos por el uso de las nuevas tecnologías; la autoreferencia que lleva a vivir en la queja y a las soledades, perdiendo el horizonte de fe ; el conformismo que conduce a la mediocridad reduciendo la existencia a ser consumidores y dejarse consumir; falta de creatividad y de audacia que impiden la apertura a lo inter; la desconfianza y los miedos y reducen al joven religioso al infantilismo por parte de la institución; algunos signos de autoritarismo institucional.
Sobre todo, las nuevas generaciones interpelan el hoy de la vida religiosa y reclaman su humanización. Dicen que se echa de menos la plaza de los sentimientos; una vida fraterna real, no encubierta por las formas. Perciben poco profetismo y signos de cierta parálisis que puede desembocar en amargura que opaca el evangelio. Reclaman una organización en una línea más colegial y menos jerárquica, la apertura a un compartir con otras formas de vida cristiana. Subrayan también que ha llegado el momento de abrirse para acoger más a los más necesitados y así insertarse mejor en este contexto y el nuevo paradigma que emerge..
Quizá lo importante es que los más jóvenes siguen soñando y nos lo cuentan. Quieren una vida consagrada centrada en la vida de Jesús y su Reino como presencia compasiva y misericordiosa; pobre, fraterna, encarnada, humana, libertadora, alegre, entusiasta, acogedora de lo diferente, que interpela… Pero los sueños tienen que comenzar a expresarse y esto es un riesgo; vida y misión intercongregacionales; rescatar la mística y el profetismo de la vida consagrada.